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¿Y si nos rebeláramos (un poco) contra la tiranía de la eficiencia?

Lo encontramos por doquier, está presente en cada momento de la vida laboral cotidiana de las organizaciones y de las personas: una especie de mandato global permanente que nos obliga a “hacer más con menos”, a “optimizar”, a “priorizar”, a “aprovechar el tiempo” y a encontrar siempre “la mejor versión”.

El coste psicosocial de esta situación está más que documentado y lo sufrimos de primera mano, pero cada organización decide si hace todo lo posible para reducirlo o si mira hacia otro lado. Independientemente de esto, hay una parte del trabajo que debemos intentar hacerlo nosotros, antes de que esta tiranía de la eficiencia nos arrastre por el pedregal.

Sea cual sea el rol que desempeñamos en el trabajo, es importante que pongamos en marcha algunas estrategias de autoprotección, desde la plena conciencia de que no somos invulnerables, y que es recomendable no superar nuestro nivel máximo de tolerancia a la presión, porque podríamos llegar a un punto de no retorno para nuestra salud mental y física.

Te invitamos a aplicar algunas de las acciones y decisiones personales que surgen en nuestros programas de acompañamiento (individuales y grupales) y de formación, con colectivos y organizaciones diversas:

 

  1. Detente a tomar consciencia de cómo te sientes, cómo te comunicas y cómo te relacionas en el trabajo. ¿Qué resultados obtienes? ¿Qué efecto tienes, en las personas? ¿Cómo estás? ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué necesitas? ¿Qué puedes hacer diferente o mejor? El autoconocimiento es un paso previo imprescindible para avanzar; con ganas de aprender, con honestidad y con autocrítica, y sin autoexigencias ni sentimientos de culpa.
  2. Busca un equilibrio entre tus necesidades y las de los demás; entrena habilidades asertivas para expresar tus opiniones y defender tus derechos sin incrementar innecesariamente la tensión ni el conflicto.
  3. Explora nuevas soluciones para los problemas (deja atrás el “siempre se ha hecho así y no se puede cambiar”) y no presupongas un desenlace negativo (“seguro que me dirán que no”).
  4. Ten en cuenta que es un entorno complicado para todos y que la tendencia natural es, como decía Ken Blanchard, “pasarle el mono a otra persona”. Hasta donde puedas, intenta que todo el mundo se responsabilice de sus “primates” y que no sea fácil que te los endosen a ti.
  5. Asegúrate de no haber caído en la trampa de dar mucho más de lo que en realidad se te pide. Esto ocurre a menudo cuando tenemos un alto nivel de autoexigencia, perfeccionismo, responsabilidad o lealtad.
  6. Cuantifica objetivamente tu trabajo y asegúrate que entiendes perfectamente los objetivos que te marcan y las tareas que te asignan, antes de empezar a dedicarle esfuerzos.
  7. Piensa que la gran mayoría de las personas con cargo directivo no son “tiranos o tiranas vocacionales”; ayúdales a liberarse de la inercia corporativa y a reconectar con la persona que llevan dentro, con un diálogo sincero, desde la proximidad, el cariño y la confianza.

 

En definitiva, estamos condicionados por un entorno empresarial y laboral sobre el que tenemos un control limitado, pero podemos intervenir sobre otros dos factores importantes de la ecuación del bienestar laboral: los demás y nosotros.

 

Albert Rimbau

Organizational Change & People Development @Asecorp